Ante una percepción distorsionada el enfermo puede reaccionar de muy diversas manera, siendo pues necesario valorar el alcance de éstas. Si la reacción no es violenta, o si no provoca miedo, temor, ira, intentos de huida,... son menos dramáticas que si las provoca. Cada distorsión puede tener un abordaje diferente aunque suele resultar útil el recomendar medidas generales como:
- No intentar razonar con él explicándole el absurdo de su comportamiento.
- No le de la razón, pero si no hay peligro, como por ejemplo amenaza a su integridad o a la de las personas que le rodean, déjele disfrutar un rato de ellas y a continuación intente liberarlos, proporcionándoles una alternativa que les distraiga: cámbieles de habitación, ofrézcale una golosina, dirija su conversación hacia otros temas, etc.
- Si la percepción errónea se produce en un lugar público y causa asombro, hilaridad, confusión, miedo, etc., entre las gentes que allí están, el cuidador no debe avergonzarse del comportamiento del enfermo e intentar explicar el trastorno que padece.
- Es importante que el cuidador diferencie entre si se producen ilusiones o alucinaciones, y que así lo haga saber el médico, ya que estas ultimas son susceptibles de tratamiento farmacológico.
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