La sobrecarga del cuidador

El curso de la enfermedad de Alzheimer produce un deterioro progresivo de las funciones del individuo. Esto implica que en algún momento la familia tiene que asumir el cuidado de estas personas. La ayuda inicial se centra en pequeñas cosas de la vida cotidiana. Más adelante la mayor parte de las actividades requieren la atención del cuidador.

Al ser una situación prolongada, lo más común es que uno de los miembros adopte el papel de cuidador principal. Esto no implica que deba ser el único responsable, ya que si esto ocurre existe el riesgo de sobrecarga con consecuencias como agotamientoinsomnio y falta de apetito entre otras

A veces se asocian síntomas relacionados con un estado de ánimo deprimido, falta de motivación y de ganas de hacer cosas que antes agradaban, sentimientos de tristeza, de soledad y la sensación de encontrarse en una situación desesperada. Si esta situación se mantiene durante mucho tiempo, puede ser necesaria la atención médica del cuidador del enfermo.
Por tanto, antes de tomar la decisión de ser el principal responsable del cuidado de su familiar, conviene que valore algunas cuestiones:
  • Una decisión así no debe estar condicionada por las posibles represalias del resto de los familiares, ni por sentirse “moralmente” obligado: debe tener en cuenta la disponibilidad de tiempo, la situación personal, las aptitudes para el cuidado, etc. de todos los implicados.
  • Convenga con sus familiares la posibilidad de recurrir a ellos en caso necesario: es imprescindible saber delegar cuando es necesario. De hecho, no debe asumir toda la responsabilidad sobre el enfermo: las cuestiones más relevantes deben decidirse entre todos los familiares.

Si la decisión se toma valorando estos condicionantes, debe tener en cuenta que enfrentarse a una situación desconocida suele generar ansiedad. Para combatirla, la información es necesaria. Acuda a charlas, cursos y pida información en su centro de salud o a especialistas en esta enfermedad. Saber cómo actuar en determinadas situaciones y cuál será la evolución le ayudará a organizarse mejor. No obstante, no tome por válidos todos los datos que caen en sus manos; recuerde que cada caso es especial.
Organice desde el primer momento su tiempo para no perder sus aficiones, sus amistades y su vida personal. Es importante que se encuentre descansado y tranquilo para poder cuidar a su familiar. Aunque se sienta con fuerzas y capacitado para afrontar en solitario el cuidado del enfermo, pida ayuda. No compartir los cuidados puede agotarle física y emocionalmente. Y sobre todo, recuerde que no es usted la única persona capaz de atender a su familiar correctamente. Además, es posible que se sienta responsable si su familiar empeora. No se avergüence de compartir sus preocupaciones: la enfermedad sigue su curso natural y nadie es responsable de lo que sucede. Culparse no le ayudará a encontrar soluciones.

Momentos de descanso

El programa diario del cuidador debe incluir momentos de descanso y diversión: no lo considere como un tiempo que no le dedica, sino como una fórmula para estar en mejores condiciones de atenderle. Emplee este tiempo en actividades que le agraden. Ver la televisión, leer, tumbarse un rato o ir al cine le ayudarán a relajarse.

Los amigos son un punto de apoyo clave, manténgalos y si no puede salir con ellos, invíteles a su casa, explicando antes la situación actual de su familiar. Intente descubrir con ellos soluciones a los problemas, pero no centre la relación en sus quejas sobre la rutina diaria.

Es importante que realice algún tipo de actividad física, le ayudará a relajarse y a estar en mejor forma para seguir el día a día. Y siga cuidándose según sus costumbres, no lo considere una frivolidad dada su situación. A pesar de estas medidas, es probable que en determinados momentos se encuentre más nervioso.

En estos casos, deje que alguien se ocupe de usted y no rechace la atención y las muestras de afecto de quienes le rodean. Evite las situaciones con su familiar que le provocan más nerviosismo. No obstante si en algún momento se desespera y le grita, no pierda el tiempo arrepintiéndose; téngalo en cuenta para casos futuros.

El resto de los familiares

En ocasiones, la atención de estas personas genera conflictos entre los familiares. Planifiquen de forma ordenada y consensuada el grado y momento de intervención de cada uno según sus posibilidades. Evite las discusiones en presencia de su familiar, más aún si son acaloradas. Infórmele, en la medida de lo posible, de lo acordado. Utilice los recursos socio-sanitarios a su alcance: ayuda a domicilio, voluntariado, etc. 

Existen asociaciones en las que podrá compartir experiencias, obtener información y le ayudarán en el tratamiento.

La vivienda propia de su familiar es el lugar más idóneo para que permanezca el enfermo, pero para que pueda permanecer en el domicilio familiar, debe convertirse en un entorno seguro y estimulante. Aunque no es la mejor solución, a veces la única alternativa es el traslado periódico a los domicilios de los distintos hijos. Procure que la permanencia en cada casa sea del mayor tiempo posible. Lleguen a un acuerdo respecto a la medicación, los cuidados, el ritmo de vida, etc. de su familiar de manera que sigan las mismas costumbres. Eso reducirá la desorientación en cada cambio.

Si convive con niños o adolescentes aproveche la oportunidad: anímeles a que conversen con su familiar y a que participen de sus juegos informándoles previamente del estado de su familiar y del mejor modo de ayudarle. No les involucre en los problemas familiares y no deje a los pequeños al cuidado de su mayor ni al contrario. No olvide, que en algunos casos la mejor atención para su familiar será la que le ofrezcan los profesionales de las instituciones: existen distintos tipos de centros de los que le informará el equipo médico y social.

Fuente www.todoalzheimer.com

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