Para enfrentar el día a día, enfermedad de Alzheimer

ALGUNAS REGLAS DE ORO



  • A la hora de las comidas
Vigilar que no existe ninguna dificultad para ello: prótesis en mal estado, lesiones en boca, etc.
Darle al enfermo la misma comida que al resto de la familia.

No discutir con el paciente ni intentar forzar su alimentación.
Si es preciso aumentar el valor energético de las pocas tomas que realice, añadiendo a los platos alimentos enriquecidos: jugo de carne, o una cucharada de leche en polvo, complementos farmacológicos, etc.
Fijar un horario de comida estable para facilitar el hábito.
Intentar evitar reacciones catastróficas: llantos, gritos…
Ofrecer alternativas al liquido tradicional: frutas jugosas, pudings, helados, gelatinas, líquidos espesados, etc.
El paciente puede estar queriendo comer continuamente por aburrimiento y ante esto:
Procurar raciones pequeñas, repartiendo la totalidad de la comida que deba ingerir en más tomas.
Dar comidas bajas en calorías: frutas, líquidos, verduras, productos desnatados, etc.
No discutir con el paciente, entretenerle si es posible con otras actividades.
Utilizar cubiertos de mango ancho, de pala curva, anclados a la mano, etc.
Sentarse frente a él.
Administrar la comida en la textura que este pueda admitir triturando si es preciso: pero teniendo en cuenta que sea variada.
Administrar lentamente y vigilar que ha tragado una porción antes de administrar la siguiente.
Utilizar alimentos pastosos o espesados, ya que los atragantamientos son más frecuentes con los líquidos.
  • El paciente se muestra hiperactivo o presenta un deambular constante

En esta situación, propia de las primeras fases, hay que:
Procurar una actividad física normal: paseos, participación en las actividades cotidianas de la vida diaria…
Averiguar si el paciente realiza estos comportamientos por aburrimiento e intentar evitarlo, ofreciéndole alternativas que le gusten.
Mostrarle, a menudo, nuestro cariño y una presencia cercana mediante el tacto y las caricias.
Si a pesar de estas medidas el deambular persiste, procurarles un calzado cómodo y silencioso, trazarles una ruta segura, como un largo pasillo, y dejarles hacer.
  • El paciente se niega al aseo

Intentar averiguar la causa que da lugar a tal negación (miedo ante su falta de seguridad para la higiene, olvido de los hábitos higiénicos, etc.) e intentar buscar una solución sin entrar en discusión ni imponerle el acto a la fuerza.
Procurar las máximas facilidades para su ejecución.
Procurar tranquilidad, evitar ruidos, prisas, etc.
Esforzarse por conseguir intimidad, haciéndole sentirse cuidado pero no vigilado.
Hacer, como hemos indicado en otras actividades cotidianas, de la higiene un acto rutinario: misma hora, mismo útiles, mismos colores,.., y establecer un rito para su realización.
Realizar comentarios positivos acerca de lo bien que se le ve cuando esta limpio, decirle el gusto que da cuando huele tan bien y mostrarse particularmente afectivo cuando aparece bañado y bien vestido. Por contra abstenerse de hacer comentarios cuando no se asea.
Intentar que participe aunque sea en actividades mínimas: lavarse las manos, echarse agua por la cara, atusarse el pelo, etc.
  • El paciente presenta inseguridad física

Evitar los peligros y mantener la seguridad física del enfermo es una tarea propia de los comienzos, debiendo en este caso realizar, de forma sutil y paulatina, cambios en el entorno ambiental encaminados a hacer un hogar lo más sencillo, cómodo, agradable y seguro posible. Cambios tales como:
Procurar un ambiente luminoso, con buena luz.
Intentar mantener una temperatura agradable y estable en toda la casa, extremando las precauciones en el caso de uso de aparatos tales como estufas, ventiladores, etc., y dotando, si es posible, de un sistema de calefacción / refrigeración / ventilación, centralizado y a cuyo mecanismo no tenga acceso el enfermo.
Procurar un entorno estimulante y que contribuyan a la reorientación del enfermo: relojes, calendarios, letreros en las puertas, etc.; evitar estímulos excesivos y/o superfluos que pueden contribuir a una mayor desorientación y a una menor seguridad.
Intentar que se sigan recibiendo visitas, y que éstas acudan de una forma programada, evitando que coincidan muchas personas distintas a un mismo tiempo.
Señalar con un distintivo las puertas de los cuartos que el enfermo utilizará y mantener cerradas aquellas que donde no es conveniente que entre.
Incrementar la vigilancia en lugares potencialmente peligrosos: escaleras, piscinas, terrazas, etc.
Retirar objetos eventualmente peligrosos: alfombras, muebles de cristal, objetos con aristas o esquinas cortantes, etc.
Si es preciso tapar los espejos de los lugares donde tenga acceso.
Preferir la utilización de productos doméstico siempre idénticos, teniendo cuidado, además, de que se diferencien claramente de los dedicados a otros usos: alimentación, higiene corporal, etc.
Tener fotocopias o duplicados de documentos importantes: cartilla de la seguridad social, DNI, NIF, etc. y guardar una copia de éstos en un sitio donde el enfermo no tenga acceso.
Colocar la cama en el medio de la habitación, de esta manera si se levanta desorientado podrá hacerlo con seguridad por ambos lados de ésta.
Sustituir las lámpara de mesilla por apliques en la pared y a los que no pueda llegar si estira los brazos.
Instalar una iluminación de seguridad para la noche, para que marque claramente su itinerario nocturno, si es que decidiera levantarse.
Colocar, si es preciso, barandillas a ambos lados de la cama para impedir que el paciente se caiga.
Dotar de un sistema antideslizante la bañera e instalar asas que faciliten la entrada y salida en esta.
Cambiar la bañera por una ducha si aparece dificultad para entrar y salir.
Reducir los accesorios del hogar, permitiendo sólo los que se consideren necesarios.
  • Ayuda a un enfermo con trastornos de sueño

Hacerle sentir que aunque está enfermo siempre habrá alguien a su lado para acompañarle y dispuesto a ayudarle.

Procurar que tenga debidamente satisfechas el resto de sus necesidades básicas, como alimentación, eliminación, higiene, vestido, comunicación, entretenimiento, etc., intentando que se acueste limpio, agradablemente cansado, sin hambre, con una ropa cómoda y adecuada, en un lecho confortable, rodeado de un ambiente sin factores distorsionantes, etc.

Realizar cada día higiene del sueño, haciendo del acostamiento un rito rutinario: misma hora, misma cama,…
Procurar un ambiente que invite al descanso: música tranquilizante, relajación, leerle un rato, contarle o dejarle que te cuente alguna historia,…
Hacer que permanezca en la cama aproximadamente siempre el mismo tiempo, aunque no esté durmiendo y establecer también una rutina para que se levante.
Si se levanta desorientado a media noche y decide la realización de un actividad que no son propias ni del lugar ni de la hora (hacer la maleta para irse a su casa, irse a la cocina a comer, vestirse para salir, etc.) no intentar razonar acerca de lo inadecuado de su proceder, entretenerlo con alguna otra actividad e intentar con cariño que vuelva a la cama. Si se empeña en su realización y no es peligrosa dejarle hacer y controlarle a distancia, así como extremar las medidas de seguridad: cerrojos en puertas y ventanas, rejas en sitios peligrosos, etc.
Ayuda a un enfermo con cuadro de ilusiones  y/o alucinaciones
Las ilusiones son distorsiones visuales, olfativas, auditivas, gustativas y/o táctiles, en la percepción de cosas presentes. Las alucinaciones son distorsiones, que también pueden ser visuales, olfativas, auditivas, gustativas y/o táctiles, en este caso, en la percepción de cosas no presentes.
Ante una percepción distorsionada el enfermo puede reaccionar de muy diversas manera, siendo pues necesario valorar el alcance de éstas. Si la reacción no es violenta, o si no provoca miedo, temor, ira, intentos de huida,… son menos dramáticas que si las provoca. Cada distorsión puede tener un abordaje diferente aunque suele resultar útil el recomendar medidas generales como:
No intentar razonar con él explicándole el absurdo de su comportamiento. No le de la razón, pero si no hay peligro, como por ejemplo amenaza a su integridad o a la de las personas que le rodean, déjele disfrutar un rato de ellas y a continuación intente liberarlos, proporcionándoles una alternativa que les distraiga: cámbieles de habitación, ofrézcale una golosina, dirija su conversación hacia otros temas, etc. Si la percepción errónea se produce en un lugar público y causa asombro, hilaridad, confusión, miedo, etc., entre las gentes que allí están, el cuidador no debe avergonzarse del comportamiento del enfermo e intentar explicar el trastorno que padece. Es importante que el cuidador diferencie entre si se producen ilusiones o alucinaciones, y que así lo haga saber el médico, ya que estas ultimas son susceptibles de tratamiento farmacológico.
  • ¿Qué hacer si nuestro enfermo se pone agresivo?

Los cambios de carácter son frecuentes a lo largo de la enfermedad, pero sobre todo en su fase inicial. pudiendo ocurrir que de repente y sin causa aparente el enfermo se muestre agitado y/o agresivo, siendo en estos momentos la comunicación con el enfermo particularmente importante.
Es útil seguir recomendaciones como:
Intente averiguar la causa que ha desencadenado el comportamiento, ya que aunque aparentemente no la haya, puede que existan razones que la hayan originado: frío, hambre, entornos estresantes, una conversación que ha malinterpretado,… y en lo sucesivo procure evitarla.
Aproxímese a él pero sin llegar a sujetarlo en un primer momento.
Háblele muy despacio, déjese ver, e intente calmarlo.
Comience a tocarle y acariciarle lentamente y por las zonas más distales.
Si la agresión es peligrosa aproxímese por detrás sin ser visto y sujételo y/o retírelo del lugar del peligro.
¡ Recuerde, en estas circunstancias no está enfrentándose a una persona, sino a una ENFERMEDAD!!
Por Ángela María Peco Peco de mailxmail.com

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