En la medida en que el cerebro se está formando, comienza a recibir la conciencia, como si se tratase de un ordenador. Este proceso es individualizado dependiendo de las características físicas del cerebro, los factores hereditarios y estímulos ambientales.
Durante nuestras vidas, a través de nuestros sentidos, abastecemos la Conciencia implantada, con lo que creemos que es la realidad. Fueron otros nuestros sentidos y nos habría otras realidades, algo que ciertamente existe y no entendemos. Todo lo que está grabado en la conciencia nunca será eliminado, debido a que el concepto de tiempo no se aplica a este asunto.
Cuando el cerebro tiene dificultades de funcionamiento, la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson, por ejemplo, enfrenta problemas de relación con la conciencia, como sueños vivenciales, regresiones y delirios. Ellos están plenamente justificados y son derivados del acceso no autorizado a la conciencia, similar a los ejercicios de regresiones.
Como nuestro tiempo de uso del substrato físico es limitado, por ser materia, los accesos a la consciencia muestran lo que la física nuclear asegura, es decir, todo está allí, porque el tiempo no existe.
Se trata de una actitud materialista, o sea, generada por nuestros sentidos imperfectos y discapacitados, la que aplica para el espíritu, el alma o conciencia, el concepto de tiempo, una vez que sólo es permisible eso para la materia.
Nuestra individualidad es eterna, por una sencilla razón básica: no se aplica el concepto de tiempo, fuera de los límites de la materia. Nadie muere, simplemente desecha un sustrato material, para mejorar la calidad de vida.
Nota: Los fundamentos de este texto están contenidos en el libro "La vida sin límites" de Carlos Reinaldo Mendes Ribeiro, reproducido en el sitio www.vidacomqualidade.net.
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